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Por lo del imaginario de lo colectivo, y por las leyendas míticas antiguas, queremos creer que las sirenas existen o han existido anteriormente en el pasado. Todos hemos he imaginado alguna vez a esas sirenas intentando engañar con sus cantos a los ermitaños o abandonados en las costas y como no, puestos a imaginar, el cine y la mitología se han encargado de que en esos sueños las sirenas sean unos seres de una belleza descomunal. Que salvan a los desvalidos marineros en el último momento para depositarlos con suavidad en las arenas de alguna playa desierta. Algunos que se imaginan a una Bella Ariel, saliendo de las costas asomando su belleza y su cola como un pez seguro se llevaran una desepción si es que algun dia se clasifica en alguna especie. Puesto que los videos y evidencias de criaturas desconocidas (aparentemente sirenas) superan lo zoomorfico. No se sabe como ni cuando empezó el mito, pero si se sabe que se les caracterizaba por ser muy hermosas y por tener un canto encantador justamente. En cientos de sitios se pueden encontrar las imágenes de estos artistas asegurando rotundamente que son el descubrimiento del siglo y que claro, si las sirenas existen, también deben de existir los tritones y las hadas y toda la familia de seres mitológicos. Pero la realidad es mucho más cruda que todo esto, y quizás empujada por nuestro empeño nos regala una enfermedad, la sironomelia, para mostrarnos con total crueldad como son las sirenas de verdad. Sin embargo la sironomelia, que parece mucho a los escritos de sirenas, no explica porque se les veía en el mar y el porque de sus cantos.
"La sirenomelia, también conocido como Síndrome de sirena, es una malformación congénita muy poco frecuente, cuya principal característica es la fusión de las piernas, dando la apariencia de la cola de una sirena.
Si... Mitologia griega (EXTRAIDO WIKIPEDIA) En el marco de la mitología griega, las sirenas son criaturas ligeramente difusas debido al remoto y rico trasfondo de su origen, probablemente ligado al mundo de los muertos. Según los mitos originales se trataba de seres con cuerpo de pájaro y rostro o torso de mujer, que inequívocamente se distinguen siempre por el hecho tener una voz musical, prodigiosamente atractiva e hipnótica. La tradición las hacía habitar en una isla del Mediterráneo frente a Sorrento, en la costa de la Italia meridional (en ocasiones se alude concretamente a Capri). El primer testimonio escrito que se tiene de ellas es su mención en la Odisea de Homero. Sin embargo, ya figuraban con la citada forma en las representaciones artísticas más antiguas de Grecia, muchas de las cuales son monumentos y ofrendas funerarios. Se deduce así su presumible vínculo con el otro mundo, unido al frecuente uso iconográfico de los seres alados para representar a los espíritus de los difuntos. Si bien es un tema que sigue siendo objeto de debate entre los expertos, parece plausible que, en un principio, los griegos hubieran visto a las sirenas como las encargadas de transportar las alma al Hades (función que posteriormente acabaría asumiendo el dios Hermes en su papel de psicopompo). En época preclásica comenzaron ya a asimilar, aunque nunca plenamente, ciertos aspectos aislados de otras ninfas como las náyades o las nereidas: en concreto, la asociación más o menos directa con el medio líquido y la fatalidad de su atractivo. Náyades y nereidas resultaban letales para los hombres debido a su naturaleza acuática, si bien eran normalmente benéficas y les prestaban ayuda; en cambio, las sirenas adquirieron un carácter maligno de matiz monstruoso, pues el influjo irresistible de su canto llevaba intencionadamente a la perdición. Las naves que se acercaban a su isla acababan estrellándose contra las rocas y ellas devoraban a los marineros, dejando la costa repleta de huesos. Los antropólogos que suscriben el parentesco de las sirenas con el más allá plantean una teoría: en paralelo con arquetipos de otras mitologías, quizá estos seres fueran inicialmente genios que guardaban el paso hacia las Puertas de la Muerte. Puertas que muy bien podrían estar simbólicamente emparentadas con el paso de Escila y Caribdis, al que las sirenas están próximas en los cantos homéricos. Eurípides, en una estrofa del coro de Helena (verso 168) las llama παρθηνικοι κοραι parthenikoi korai, ‘jóvenes doncellas’; en este fragmento se apoyan Laurence Kahn-Lyotard y Nicole Loraux para incluirlas dentro de las figuras del Más Allá, identificándolas con las cantoras de las Islas de los Bienaventurados descritas por Platón. Distintos relatos las hacen descender de los dioses fluviales Aqueloo o Forcis, sea sin intervención femenina o con la de las musas Estérope, Melpómeno o Terpsícore, relacionadas con el canto y el baile. Su número es también impreciso, contándose entre dos y cinco. Los nombres registrados incluyen Agláope (la de bello rostro), Telxiepia (de palabras aclamantes) o Telxínoe (deleite del corazón), Pisínoe (la persuasiva), Parténope (aroma a doncella), Ligeia (empleado luego por Edgar Allan Poe para el célebre cuento homónimo sobre una mujer de mortal belleza), Leucosia (como un ser puro), Molpe (la musa), Radne (mejoramiento) y Teles (la perfecta). Figuran en algunos episodios míticos, muchas veces con reminiscencias de su antiguo papel como deidades ctónicas de la otra vida. Algunas versiones narran que acompañaban a Perséfone cuando fue raptada por Hades, y que su apariencia bestial fue el castigo impuesto por Deméter por no proteger a su hija del dios del inframundo. En otras, el cuerpo alado es un don de Zeus para permitirles perseguir al raptor, y aún en otras es una pena impuesta por Afrodita por resistirse a la voluptuosidad o por envidia de su gran belleza.
También se cuenta que las sirenas perdieron sus plumas como castigo por retar a las Musas a una competición de canto que perdieron, y que cuando Orfeo y Ulises se resistieron al efecto de sus voces se arrojaron al mar, convirtiéndose en escollos o pereciendo. En esta última versión, el cadáver de una de ellas, Parténope, fue arrastrado por las olas hasta la orilla y en torno a su sepulcro se fundó la actual Nápoles. Agregar un comentario | |
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